lunes, 4 de octubre de 2010

Épica de un caballero errante



Advertencia previa: El texto que sigue, y que lleva el título arriba consignado, fue escrito por JP, nuestro querido redactor krakaniano que aun sufre las inclemencias de los servicios de internet. Sólo soy un intermediario entre lo que mi compañero hace y ustedes, amigos lectores. Espero que la desidia de los señores Personal, Fibertel, Gigared, Compumundohipermegared no impida ad eternum el acceso de un krakaniano a la web. Todo lo que sigue, de puño y letra de JP:

Sólo Bukowski podía llegar a escribir la epopeya de un héroe bajo, un héroe corriente, nada de venirnos con Rodrigo Díaz de Vivar, Aquiles o Eneas, acá tenemos un detective de poca monta que se transforma en el transcurso de unos pocos días en “el mejor detective de Los Ángeles”.

La historia es buena ya desde la contratapa, tan buena que me llevó a leer mi primera novela larga digital, 122 páginas en pdf que leí en una sola tarde, en dos sentadas. La historia es sencilla y fantástica.

La historia va así: un detective cualquiera que recibe un par de tareítas, y no me vengan con los trabajos de Hércules,

- Primer encargo, averiguar si Celine, (si, aquel francés “agnóstico” y “antisemita”  (sic) de “viaje al fin de la noche”), continúa con vida con 99 años recorriendo librerías de la gran manzana en busca de ediciones de lujo de Faulkner.
- Segundo encargo, averiguar si una esposa le mete los cuernos a su marido.
- Tercer encargo, sacarle una mujer de encima a un hombre, porque la mujer lo agobia, en este caso hay algo para destacar: la mujer es marciana.
-Cuarto encargo, buscar algo que no se sabe si existe, “el gorrión rojo”.

El héroe de la novela llevará a cabo, a veces en etapas, a veces en conjunto, estos cuatro trabajos que le llegaron de manera simultánea a su oficina de detective privado de tercer orden. Al igual que en otros libros de Bukowski que leí (“la máquina de follar”, o algunos poemas de “no me mires las tetas”), las mujeres que aparecen son una más perra que la otra, y perra en el doble sentido, perras sexuales y perras despiadadas. Repetirá algunos escenarios y lugares visitados en su obra (las carreras de caballos, las casas mortuorias), repetirá también algunos elementos, como la presencia molesta de las moscas, la cerveza caliente, las botellas de whisky, y el que será de él luego de muerto, (quedáte tranquilo viejo Buk, “no omnis moria”).  Enfrentará a rivales cada uno más grande que el anterior “gorilas, o simios gigantescos”, venciendo a las mayoría de ellos, y en un alto porcentaje con patadas en las bolas, ya que siempre que debe utilizar su Luger calibre 32 se atascará o no la tendrá a mano.

Si digo que es una novela heroica no es por decirlo, la historia será un largo camino a recorrer con distintos problemas que se le presentarán (¿les suena la palabra periplo?), tendrá más enemigos que enemigos (preferentemente empleados de bares y matones de mala monta), se verá envuelto en una gran contienda (un esbozo de invasión extraterrestre), dejará de lado placeres terrenales, específicamente carnales, e incluso entablará amistades con la mismísima muerte.

La novela está dedicada a “la mala escritura”, pero eso es lo que tiene este Bukowski, aún queriendo escribir algo dedicado a la mala escritura, sale de esa posición y se instala en un borde discursivo completamente envidiable, porque te puede hablar de un tipo violando una nenita, una maquina folladora digna de amar, o una frustrada visita a un psiquiatra, pero tiene todo un aparato literario atrás que hace literatura de cosas banales y mundanas, y si no me creen lean esto:
“Al final es todo tan monótono. Follar, follar, follar. Bueno, la gente se engancha a algo. Después de que les cortan el cordón umbilical se enganchan a otras cosas. A la visión, el sonido, el sexo, el dinero, los espejismos, las madres, la masturbación, el asesinato y a las resacas de los lunes por la mañana.”
En fin, una muy buena y sencilla novela, es como este análisis de la misma (mas por lo de sencillo que por lo de bueno), sencillamente, una novela digna de ser leída.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Caminando penosa y lentamente sobre la arena húmeda
de vuelta hacia el banco en donde te robaron la ropa,
ésta es la ciudad costera que olvidaron cerrar,
la guerra del fin del mundo, viene la guerra del fin del mundo,
la guerra del fin del mundo, viene la guerra del fin del mundo.

Pareciera que todos los días son como el domingo,
todos los días son silenciosos y grises.

Escondido en la rambla escribí una postal…
… cómo desearía tanto no estar en este lugar,
en la única ciudad del este
que olvidaron bombardear…
viene, viene, viene la bomba nuclear…

Pareciera que todos los días son como el domingo,
todos los días son silenciosos y grises.

Caminando de regreso sobre arena y cantos rodados,
un polvo extraño se aloja en tus manos…
y en tu rostro… en tu rostro…

Pareciera que todos los días son como el domingo,
… gánate un platillo barato…
toma conmigo un poco de té grasoso…
todos los días son silenciosos y grises